Una carta a la ciudadanía a las 19:09 horas este miércoles detuvo el curso de los acontecimientos e iniciado una cuenta atrás. Pedro Sánchez anunciará el lunes si continúa como presidente del Gobierno de España. Un juzgado de Madrid ha abierto diligencias contra Begoña Gómez, su mujer, por presunto tráfico de influencias y corrupción en los negocios, interpuesta por la organización Manos Limpias. Para Sánchez, es la gota que colma el vaso.

De modo que se abren distintos escenarios, dos principales y distintas ramificaciones. El primero es que decida seguir, que no sucumba a lo que asegura es un “ataque” que tiene como origen “supuestas informaciones de una constelación de cabeceras ultraconservadoras”, una “estrategia de acoso y derribo” que, apunta el presidente, viene “meses perpetrándose”. Se dice “un hombre profundamente enamorado que vive con impotencia el fango que esparcen día sí y día también”.

El segundo escenario es el de su dimisión, tras el que el Gobierno quedaría en funciones y con unas capacidades reducidas hasta la toma de posesión de un nuevo ejecutivo, como establece el artículo 101.2 de la Constitución. Pero no se pueden convocar elecciones hasta el 29 de mayo, transcurrido un año desde la anterior disolución de las Cortes Generales. El Congreso sería el encargado de elegir al nuevo presidente, antes designado como candidato por el rey.

Uno intermedio es la cuestión de confianza en la Cámara Baja, para la que bastaría una mayoría simple. Con esto, los legítimos representantes, en una figura no vinculante, avalarían la gestión y la continuidad del primer ministro.