01/05/2024

A 30 años de la muerte de Ayrton Senna: por qué se convirtió en un mito de la Fórmula 1 que supera lo deportivo

Fuente: telam

El brasileño fue el último gran héroe de la Máxima. Sus duelos con Prost, hazañas bajo la lluvia, mística y luchas contra el sistema lo colocan en la cúspide del automovilismo. Su vigencia y legado

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Senna vs. Prost 1989

En la previa de la última fecha de aquel año, en la rueda con los medios, el periodista Mark Fogerty le preguntó al brasileño cuál fue el piloto con el que más satisfacción tuvo al competir, en el pasado o en el presente. Muchos esperaron que mencionara a sus más fuertes rivales en la F1, Prost o Nelson Piquet. Pero no, Ayrton sacó otra vez un conejo de la galera y sorprendió a todos. Se tomó unos segundos para responder y dijo: “Tengo que volver hacia 1978, 1978 y 1980. En las carreras de karting. Era mi compañero. Su nombre era Fullerton. Él tenía mucha experiencia y me gustó competir a su lado porque era un piloto rápido y consistente. Él era para mí un piloto muy completo. Aprendí mucho de él. Eran tiempos de pilotos puros, carreras puras. Sin política, sin dinero en el medio. Sólo carreras. Tengo un muy buen recuerdo”, reveló Senna ese día. Esa declaración está en el inicio del documental de Asif Kapadia (2010). Su respuesta recordando a Terry Fullerton fue desde el corazón y en una clara chicana hacia el sistema.

A esa altura no se le cayó ningún anillo al reconocer quién fue su mayor referente, Juan Manuel Fangio: “Uno de los mejores pilotos de todos los tiempos es Fangio. No solo porque cinco veces obtuvo el título mundial, sino por su actitud. Yo tuve la oportunidad de encontrarme con él en distintos lugares en los pasados dos o tres años, vino a algunos eventos, a algunas carreras y realmente me gustó su manera de ver las cosas, su forma de encarar situaciones, sus conceptos sobre la vida, sus ideas sobre el automovilismo de su tiempo y el de hoy, y para mí no es solo un campeón mundial en la pista, sino también un verdadero caballero fuera del auto de carrera. Así que por esa razón es que soy una gran fan de él y lo admiro tanto”. Se reunieron dos veces en Buenos Aires y, tras ganar en Interlagos ante su gente, Senna lo invitó a Fangio a subir al escalón más alto del podio y se dieron un inolvidable abrazo.

En las retinas de los fanáticos queda aquella espectacular pole positions en Mónaco 1988, considerada la mejor vuelta en la historia de la F1. Luego de esa hazaña aseguró que “eso fue lo máximo para mí, no hay lugar para nada más. Nunca más llegué a sentir eso”. El tiempo fue de 1m23s998. Le sacó a Prost 1,427 segundos, la diferencia más grande en la era moderna y la segunda en la tabla histórica, detrás de la que Juan Manuel Fangio logró en 1950, cuando aventajó por 2,5 segundos al italiano Nino Farina, ambos con Alfa Romeo.

El histórico Ayrton Senna entre Juan Manuel Fangio en el podio del Gran Premio de Brasil de 1993

Su mística se fortaleció por ese aura de “Dios de las pistas” o “Magic”, como también se lo conoció. Era muy creyente y una vez contó que “hablaba con Dios” en la curva de Eau-Rouge del Autódromo de Spa-Francorchamps, una de las más espectaculares de la F1 por su velocidad.

Su fuerte personalidad arriba y abajo del auto lo convirtieron en un referente de sus colegas. Pese a algún tirón de orejas a un joven Michael Schumacher en Francia 1992, ese año también le salvó la vida a Erik Comas en Spa, en la clasificación del Gran Premio de Bélgica.

Pero en el país vecino sigue muy latente porque lejos de vivir en una burbuja, como puede pasar con muchas estrellas del deporte, Senna tuvo compromiso social y quiso ayudar a los que menos tienen. Antes de fallecer le transmitió esa inquietud a su hermana, Viviane, quien lidera el “Instituto Ayrton Senna”, una fundación encargada de recolectar dinero para colaborar con las escuelas públicas que concentran el 85 por ciento del total en Brasil. Colaboran de forma anual con 1,5 millones de estudiantes.

Pasaron
Pasaron 30 años de la partida física de Ayrton Senna, pero sigue más vigente que nunca (AFP PHOTO JEAN-LOUP GAUTREAU)

Senna fue un velocista nato y ese punto representó la máxima pureza de este deporte en la F1. Obtuvo 65 poles positions (el 40,37% de las veces que largó una carrera de F1 lo hizo desde la primera posición). A sus tres títulos mundiales en 1988, 1989 y 1990, se suman 41 victorias, 80 podios y 19 récords de vuelta.

Impotencia. Fastidio. Bronca. Dolor. Mal presagio y la muerte. Entre el sábado 30 de abril y domingo 1 de mayo de 1994, Ayrton Senna atravesó por esos eslabones que conformaron una cadena reflexiva interminable luego del accidente de su amigo Rubens Barrichello y el trágico choque de Roland Ratzenberger. Fue un proceso en el que el recordado brasileño se debatió entre la lógica, el sentido común y su pasión, que pudo más. Meditó su última la noche en el Hotel Castello, cerca de Bologna, y se la jugó por no rendirse y seguir luchando con un Williams FW 16 que ya no tuvo ayudas electrónica y dejó de ser el auto a batir. Llegó aquel impacto y la muerte. El muro de la curva Tamburello se quedó con el último gran héroe que tuvo la F1. El astro brasileño tenia 34 años. Fue el final cantado para una de las negligencias más graves en la historia de la FIA, que habilitó una curva de alta velocidad sin ningún tipo de contención o medida para frenar a un coche ante un despiste. La entidad rectora tuvo tres avisos con choques en ese mismo lugar: Nelson Piquet (1987), Gerard Berger (1989) y Michele Alboreto (1991).

Los pilotos en el máximo nivel son considerados como ases al volante. Capaces de hacer cosas arriba de un auto que son imposibles para el resto de los mortales. En la élite llamada Fórmula 1, Ayrton Senna fue el autor de maniobras imposibles, como domar un coche bajo la lluvia a más de 250 km/h o pelear hasta el final. Su liderazgo en la última vuelta de su existencia aquel 1 de mayo es lo que hoy sigue inspirando. Previendo desde su interior un mal desenlace, el brasileño siempre lo dio todo por ganar, hasta su propia vida.

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